miércoles, 7 de diciembre de 2016

ADULTERIO


No se duele de algo: goza afectada mientras retrata nuestro coito con su teléfono inteligente. El chantaje divulgativo de una intimidad superada por Internet la desmadra. Consumado el adulterio ya no cree en un dios benévolo que la castigue. Cierto. Ahora entra y sale de la cama como una Hortensia del porno doméstico. Temo que nuestro amor no sobreviva sin los hijos.

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