domingo, 18 de diciembre de 2011

EN LA MADRIGUERA


Alicia persiguiendo al conejo blanco "¿Dónde está la entrada?" Hemos parado a una manzana tras dar con la calle. Hemos comprado bombones, bordeado el parking y luego el tanatorio. Rozamos el límite del horario de visitas. Damos grandes zancadas dirección Puerta Principal, según el cartel. Rebobinamos. Interpelo a la mujer del batín, parece rehuirnos, acaba de encender su cigarro. Comprendo. La clave: "Acceso por urgencias". Lógico. No recordaba. Pasillo umbilical: Solo personal autorizado. "Sí, con uve", deletreo el apellido. "¿Su marido?", "Compañero".

Planta baja, obstetricia. El vestíbulo en las antípodas. Lugar para un torneo ajedrecístico. Elfos bordados en calcetines de elefantes. Le aumentó la tesión. En dieciseis le inducen el parto. Abotargada, le damos vidilla. A Matías le encanta el chocolate, qué pena que se vayan. El martes entregamos el proyecto. "Tendrás que ponerte buena para hacerlo si no estamos". Nos reprende que sólo tengamos imágenes de mujeres en el cerebro. No se oyen bebés. Willie te echa de menos, Dani lo pone a que ladre al móvil. Estaremos un rato más, la partida aún no habrá acabado. La doctora dijo que reposo. Sólo salgo ahí al lado, para ver alguno, pero aún no pusieron ningún bebé en el escaparate.

Llegamos cuando se están llevando la cena. Engullimos. Nuestra agenda se conduce por un estricto calendario de fechas, horas, minutos y segundos. Me imagino corriendo en un fotograma de Muybridge, detenido en un key code exacto. Después de una ducha escojo mi mejor camiseta arrugada del petate. Cuarta planta de la residencia. Toco en la puerta donde dice chica bipolar ¿Cuál abrirá?