miércoles, 3 de marzo de 2010

LA OPOSITORA


Frota con esponja muslos y tetas. La lectura de un texto antes del apagón la dejó sofocada. Hace espuma, aclara, y detiene el chorro de la ducha en su sexo. Un soplo riza las llamas de las velas.
Un maullido y se cuela por la ventana un gato pardo: “¡Oh! ¿Viniste?” No hay reprobación en el tono de su voz… “¿Me refriegas la espalda?” “Tú mandas”. Ella sonríe pelirroja y se recoge una coleta llovediza. La sombra de un engendro fálico, aprensivamente, la templa por el ano.
Despierta, sus ojos se acomodan de nuevo a las letras, toca su cara y hurta una mirada al estudiante de al lado, avergonzada, se retrepa en la silla y retoma la página.

para Celia