sábado, 28 de febrero de 2009

"UN PERRO DISPARA A SU AMO"


Un papelillo se ha desprendido de una de las gualderas que porta mi hermano y se lo hago saber. Entre los dos trasladamos una estantería despiezada hasta el coche a un centenar de metros del piso, amén de la mochila, una maleta rodante y varias bolsas con trastos. El rollo de mudarse en una calle peatonal es dónde aparcas. Hay que recuperarlo, me insta, esa noticia al parecer es un hito. No puede girar sin entablillar a algún peatón en la acción, así que, como zaguero, me toca retroceder una docena de metros cargado con las baldas a por el volante. Lo cierto es que el titular no tiene desperdicio, seguramente por la impresión se escurre de mis dedos y debo buscarlo entre los arbustos. Daremos un par de viajes más y completaremos la carga. Mi hermano me confiesa que conserva el recorte casi desde principios de la carrera. Que cuánto hace de eso: seis años. Vaya, olvidaba que eran estudios conjuntos… “Un perro búlgaro apretó el gatillo de la escopeta de caza de su amo y le hirió en el pecho mientras los dos se disputaban la presa de una cacería furtiva…”. Menudo culebrón. Chico, me lo tienes que prestar para subirlo al blog.

recorte de prensa, anverso
y reverso.


FE DE ERRATA

No desconfio de la memoria de mi hermano, él siempre ha sido y será “un cerebrito”. Eché un vistazo al reverso de la noticia y sospeché que era algo más reciente de lo que me decía. Juan retrasó un año su graduación por estar cerca de nuestro padre, y es evidente que, en la familia, todos hemos perdido también cierta perspectiva del tiempo, sobre todo de los últimos años.
El recorte de prensa llevaba mucho fijado en la estantería con celo. Un examen de la cara oculta del mismo nos revela datos importantes sobre su publicación. Tras una breve consulta al buscador de Internet, relativa al supuesto periodista que firma, obtenemos como respuesta una fecha exacta: “16/09/05”.
A juzgar por el sesgo editorial, su concepto de lo noticiable y su gratuidad, este periódico es bastante popular en las papeleras del metro de Madrid. Doy fe.

En 2005, mi hermano cumplía veinte años y andaba pensando en mudarse de la residencia a un piso de estudiantes, mi padre, laringectomizado, volvía a pintar y a jugar al tenis, su deporte favorito, y en lo sucesivo nos daría una lección de vida que no olvidaremos jamás.


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