No necesitamos un amor hecho de ilusión, ni que nuestros cuerpos se unan. No necesitamos contar hasta diez, ni ver en los ojos del otro instantes fugaces y mágicos. A qué vivir si sabemos que, un día, la vida desplegará otra vez ante nosotros sus colores maravillosos.
Podemos caminar amablemente, dándonos la espalda, y disparar en todas direcciones la sangre de unos corazones desgarrados.
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