Con las cejas pintadas de betún y una corona de cartón pegada al colodrillo, dijo, dirigiéndose a una audiencia raquítica, y arrastrando las eses: “Os deseo, Pueblo, un próspero año”... cuando una mano oculta le arreó con un calcetín empapado en orines, cundió la tole, y el anarquista tuvo que escurrirse.
No se tardó en bandir contra aquel corpúsculo reacio a las medidas del lustroso presidente.
No se tardó en bandir contra aquel corpúsculo reacio a las medidas del lustroso presidente.
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